Reforma tributaria, política y educacional: ¿una centroderecha acomplejada?
La agenda de este 2012 está marcada -para bien o para mal...
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Ernesto Silva
La agenda de este 2012 está marcada -para bien o para mal- por tres debates centrales: reforma tributaria, reformas políticas y reforma educacional, y en todos ellos se ve pobreza de ideas.
Estas discusiones entran en la agenda por distintos motivos. En el caso de la reforma educacional, el movimiento de los estudiantes colocó en la agenda la estructura y financiamiento (pero no la calidad) del sistema educacional chileno. En el caso de la reforma tributaria, fue el propio gobierno el que impulsó el aumento de impuestos en 2010 con motivo del financiamiento de la reconstrucción. Luego, en 2011 se insinuó la posibilidad de subir impuestos, para tomar más fuerza durante el conflicto educacional.
Las reformas políticas fueron parte de una amplia agenda para perfeccionar y profundizar la democracia, concretándose en la inscripción automática, el voto voluntario, las primarias y eventuales modificaciones al sistema binominal.
En el trasfondo están en juego las ideas y convicciones que tienen las coaliciones políticas sobre el futuro de Chile. No da lo mismo el contenido de las propuestas que el gobierno y los partidos planteen en estos debates. Hoy vemos una pobreza de ideas que es transversal al sistema político, débil en contenidos y lleno de eslóganes.
Pareciera que nuestro país enfrenta la llamada trampa del desarrollo medio o el estado intermedio del camino al desarrollo. La pregunta central es qué nos llevará a alcanzar ese mayor desarrollo y bienestar para las personas en Chile. El problema actual -a mi juicio- es que la centroderecha está débil en ideas y convicciones, y tensionada entre la coyuntura del momento y las ideas que son parte de su proyecto fundacional. Algunos muestran debilidad al buscar popularidad, dejando atrás convicciones profundas.
En el debate tributario, muchos quieren subir los impuestos para mejorar la distribución del ingreso y para quitarle a los que están “ganando demasiado”, en vez de promover con fuerza la política social focalizada, la calidad de la educación y el empleo como políticas centrales de mejora de la distribución del ingreso. ¿O alguien cree que una reforma tributaria de la envergadura que sea puede corregir la desigualdad que implica tener a casi dos de cada diez chilenos viviendo en la pobreza?
En el debate educacional se ha visto una marea que atenta contra la iniciativa privada en educación, que quiere sólo educación pública y gratuita en todos los niveles. No se ha planteado con la convicción suficiente que las oportunidades y mejora en el bienestar de muchos ha estado vinculado al acceso en los últimos 20 años a una educación más inclusiva y de mejor calidad.
En el debate político, la inscripción automática, el voto voluntario y las primarias son una excelente noticia. Pero no cualquier cambio político es coherente una visión de desarrollo institucional para Chile. Defender los aspectos centrales del sistema binominal, por ejemplo, es algo que vale la pena hacer aunque sea impopular su defensa.
El 2012 será un año en que la centroderecha enfrentará debates de fondo: es de esperar que los planteamientos vengan desde la convicción y dejen atrás los complejos. La ciudadanía exige transparencia y consistencia en las posiciones y convicciones, por impopulares que ellas sean.